EL FUTURO.                                  Capítulo 15º    Subcap. 41


                  <>  LA META FINAL. COSMOLOGÍA.
                        
                                            Índice de este Apartado:

<> LA META FINAL. COSMOLOGIA.
    > ¿PERO, EXISTE EL MUNDO? UN RESUMEN PARA PENSAR.
    > LOS PROCESOS REFLEJOS.


<> LA META FINAL. COSMOLOGIA.


¿Y todo para qué?

No se para qué, pero parece absurdo e imposible
que todo haya salida de la nada más absoluta,
todas las leyes y procesos sean casualidad,
y tenga todo pues como finalidad
la nada.

    La ciencia, y la astronomía lo es, puede explicar cómo funcionan las cosas, cómo es el Universo. Pero no parece estar en disposición aun de contar el porqué o para qué existe. Ahí es donde aparecen, florecientes, religiones y filosofías, casi siempre auto-explicaciones y auto-complacencias de la mente humana para darse a si misma un sentido, una justificación ante lo que le resulta, en verdad, desconocido. Pisamos un terreno pues en el que la lógica y la prudente sensatez, o la más alocada idea, pueden intentar alguna explicación.
    Tenemos, gracias a las diversas ciencias, todos los elementos del puzzle del Universo, espacio y materia, energía, quarks, átomos, moléculas, células, tejidos, órganos, cuerpos, individuos, sociedades, planetas, estrellas, galaxias, grupos, y una parte de su mecánica e interrelaciones, esto es: realidades con teorías, fórmulas, filosofías, convencimientos, creencias...
    La cosmología viene a ser un compendio de las razones e hipótesis que explican el origen, el comportamiento y el destino del Universo. La astronáutica, impulsora de la astronomía, nos viene ayudando a comprender cómo funciona y cómo es el Universo y sus componentes ante las especulaciones de la cosmología. Con los datos astronómicos disponibles se pueden elaborar modelos y teorías que explican muchos procesos ocurridos, o que ocurren, en los cuerpos celestes, individual y colectivamente.
    De tal modo nos vamos acercando a las respuestas que de algún modo explican al final la vida y su sentido; nos explican a nosotros mismos. Esa es la ventaja del conocimiento: la comprensión de nuestro entorno y a nosotros inmersos en él, de manera que sabemos hacia donde ir, qué hacer y cómo comportarnos.
    Pero para entender el Universo hacen falta algo más: saber conjugar toda esa información de los modelos y procesos individuales para tomar conciencia de la globalidad, para tener una visión general de las interrelaciones y su significado. Es decir, tener, en resumen, la filosofía de ese conocimiento.
    La simplificación más fácil nos lleva a considerar que toda la persistencia del Universo es debida a 3 factores: el conjunto materia-energía, el escenario espacio-tiempo, y las fuerzas y leyes que conjugan o interrelacionan ambos (las características y su manejo).

    La materia es el ente que forma y crea el Universo y que en su más íntima configuración es de naturaleza vibratoria (alguien ha dicho que es energía condensada o congelada). La materia es una forma condensada de la energía. Por debajo del nivel atómico, rige la mecánica cuántica en la que las leyes ordinarias de la física pierden su sentido... a veces. El estado cinético de las partículas determina el llamado principio de incertidumbre. Existe entonces una cualidad dual y una partícula puede tener características simultáneas contradictorias, por así decir desde el punto de vista de las leyes ordinarias. El mundo de la mecánica cuántica se mide, se estudia, en función de probabilidades, lo cual no deja de ser un tanto sorprendente. El observador, con su método, altera o puede alterar las comprobaciones en tal campo.
    La materia alterna su existencia con la energía, producto de la misma. Esta última es el resultado de la primera, por ejemplo, en los procesos de una estrella o en una explosión nuclear. Pero también existe la posibilidad inversa de crear materia en base a la energía. Un choque de fotones con gran energía, en presencia de intensos campos magnéticos, produce una combinación de materia a base de un electrón y un positrón (experimentos en el Acelerador Lineal de Stanford en 1997).
    Las cuestiones básicas para la comprensión del comportamiento de la materia-energía en el Universo son (prescindiendo de la singularidad del Big Bang, por ser eso para nosotros: una singularidad):

  1. Inicialmente creados solo existían dos elementos atómicos básicos mayoritarios, el hidrógeno y el helio, bajo 4 fuerzas elementales y unas leyes de interrelación que caracterizan a todos estos entes, materia o energía. Su escenario es el espacio y el tiempo, entes que no existen independientes, sino necesariamente ambos a la vez.

  2. Su agrupación en la determinación física del espacio-tiempo da lugar a las esferas protoestelares y luego a las mismas estrellas que bajo presión debida a la gravedad elevan su temperatura y encienden el horno nuclear.

  3. La materia genera energía en determinadas condiciones, pero también la energía puede crear materia. Las condiciones de los entes determinan pues sus características dentro de unos límites.

  4. Los violentos procesos de la fusión nuclear estelar dan lugar a múltiples fenómenos, entre ellos en determinados casos –las supernovas- a todos los demás elementos atómicos.

  5. Algunas estrellas, las supernovas, tras su agotamiento, explotan y esparcen por el cosmos todos estos elementos producidos, necesarios para formar en otro momento y otro lugar los planetas y la vida.

  6. La acumulación de cierta cantidad de elementos más pesados da lugar a planetas sobre muchas de las estrellas, sea cual fuere su tamaño.

  7. En un primer tiempo, los planetas sufren el bombardeo de los restos de materia de la que se forman sobre una estrella y pasa por un largo proceso de regularización o estabilización, por así decir.

  8. Algunos planetas con un nivel conveniente de calor o distancia respecto a su estrella, de un tamaño adecuado, y superficie más o menos sólida o definida y una atmósfera propicia, tienen muchas posibilidades de producir o mantener vida al cabo de un tiempo. No está claro si la vida, si la materia orgánica, se inicia en los mismos planetas o es aportada desde el exterior, pero existe seguramente en muchos (no demostrado pero matemáticamente muy posible).

  9. Algunos planetas con vida pueden evolucionar y sobrevivir. Posiblemente muchos que la inicien queden estériles al cabo de un tiempo por la alteración de las condiciones idóneas.

  10. Existe por tanto entre los elementos químicos básicos y el último estado de la vida inteligente un proceso evolutivo y selectivo. Existe un nacimiento o creación, crecimiento o expansión, y una muerte o fin; un aprovechamiento directo para un fin y un apoyo necesario del resto de entes. Es decir, solo una parte pues del Universo es, bajo la perspectiva de la finalidad de la vida inteligente, válida y el resto es mero coadyuvante o soporte, si bien queda aun por explicar el papel (que no el funcionamiento) de determinados entes, como los agujeros negros, que no resulta por ahora muy nítido.

  11. Todos los seres, incluido el ser humano, son, a través de una compleja combinación molecular, un buen montón de átomos, y posiblemente una extensísima, pero simple, agrupación de vibraciones. La vida no es más que la cumbre de la creación en la que del caos surge el orden necesario para un fin. La tendencia en tal punto fundamental es hacia el orden aunque se pase por el desorden o se retorne a él.

  12. Todos los procesos de la vida tienden a reproducir estas premisas. Nacen de ellas y las imitan. Todo se repite en distintas escalas, en distintos entes. Existe una simetría en los procesos y en la materia pero no en toda. La simetría repetitiva en una de las características básicas principales del Universo, aunque la simetría básica en determinados aspectos no exista (no existe la antimateria en la misma proporción que la materia, que sería un aspecto simétrico). No hay conservación de la paridad o simetría total.

  13. El éxito de un ente, de una forma material, o combinaciones de ellos, está dado por la repetición y surge singularmente de entre varios, la inmensa mayoría, que no la alcanzan en grado suficiente para la finalidad considerada de éxito para los pocos. A su vez, tal repetición tiene un acotamiento en sus dos extremos: un exceso de repetición se vuelve negativo y es necesaria la creación con nuevas formas (pruebas, azar) para seguir la expansión, la exploración, y evitar su caducidad, su inmovilidad....

  14. Existe por una parte una tendencia, una inercia, hacia el mínimo esfuerzo en los procesos naturales y sin embargo hay una abundancia enorme de energía que parece inservible o sobrante. Las leyes que rigen los fundamentos básicos son estrictas y ajustadísimas y no obstante su aplicación produce mucho “sobrante” (estrellas sin planetas, planetas sin vida, materia caótica, etc.). Parece una contradicción del Creador si bien lo que se deduce en definitiva es que ha facilitado generosamente los medios para que el azar haga su labor de selección. Los entes y procesos más elementales tienden a la perfección, o son perfectos, pero sus combinaciones posteriores van hacia una complejidad en la que el azar crea y tienden hacia las imperfecciones.

  15. La comprensión del hombre acerca de la Naturaleza y del Universo es posible gracias a las matemáticas más que a otra cosa, pues a través de las cuales las conjeturas se hacen ciencia en una exacta prevención de los sucesos, en una confirmación que hace que se entiendan los procesos. Comprender cómo van a funcionar las cosas es lo que permite al hombre prever y avanzar en definitiva en los distintos campos, entendiendo al Universo y a sí mismo.


      El escenario espacio-tiempo se crea intrínsecamente al momento mismo de la existencia de la materia. Es el entorno existencial de la materia que lo distorsiona al hacerlo existir. Se dice así que el espacio-tiempo se curva ante la materia en la medida de está bajo el efecto de la fuerza gravedad. Incluso la luz, los fotones, se ven afectados por la existencia del campo, de la materia, cuando es notable.
     Materia y escenario precisan de algo más para su funcionamiento: las leyes que los interregulan. En el Universo existen 4 fuerzas que lo sustentan y configuran: Fuerzas nucleares fuerte y la débil, la electromagnética y la gravedad, si bien se pueden resumir en 3 puesto que la nuclear débil es agrupable con la electromagnética (llamada electrodébil). Mientras la nuclear fuerte tiene su campo de acción con los gluones en los núcleos atómicos, la electromagnética, mil veces menos intensa de fuerza, con los fotones tiene su campo de acción en las capas de los electrones; ambas partículas de enlace que se utilizan carecen de masa. ¿Pero y la gravedad? Es generada por los grandes cuerpos (en realidad por todos), pero su partícula, el gravitón, no ha sido evidenciada... aun. Conjugar todos estos entes, entre ellos, en una fórmula es el sueño de la física.
    El día que se haga posible la teoría del campo unificado, fórmula que interrelacione las distintas fuerzas, o al menos la electromagnética y la gravedad, se explicarán cuestiones básicas y... ¿se estará en la antesala de hallar la máquina que nos permita viajar de un modo barato por el cosmos y posiblemente quizá ir a las estrellas?

    La confluencia de los parámetros materia y espacio-tiempo con las fuerzas citadas da lugar a las diversas teorías de la concepción del Universo, es decir, a los distintos modelos de Universo. Por ejemplo, se puede concebir un Universo geométricamente esférico u ovalado, sin límite y en expansión donde las distancias son las que son simples y llanas. Otro donde es cónico-plano. U otro lleno de grupos de galaxias de forma octaédrica. Pero otro modelo considera que las distancias tienen, por así decir, atajos, túneles o curvaturas. Otro modelo, o el mismo a la vez, interpreta que según la masa o materia del Universo, éste tendrá un límite en su expansión y llegado al mismo comenzará a comprimirse hasta llegar al fenómeno inverso al Big Bang. Otro que se expandirá eternamente. Etcétera.
    Tal diversidad de modelos tiene sin embargo sus favoritos y en realidad, de alguna manera, nos dice lo poco que de verdad sabemos aun de nuestro mundo...

    Hasta aquí podemos convencernos a nuestra manera pues de cómo es y funciona el Universo, compuesto de materias inmersas en un escenario espacio-tiempo, bajo unas leyes más o menos comprendidas pero naturales, autorreguladas, admirables pero no tan misteriosas y nada transmundanas como en el pasado, si bien faltas aun de la deseada claridad.
    Una cosa resulta fácil de entender: que a medida que estudiamos el Universo cada vez está más claro que, aun no comprendiendo muchos procesos y cosas, nada parece haber quedado al azar y es sin embargo el azar el sistema empleado para mantener un continuo cambio o evolución. Aunque muchos procesos son aleatorios, o parecen producirse al azar, todo parece ajustarse a un plan de pruebas para encontrar nuevas posibilidades, a una expansión de lo que ha de prevalecer, al dominio de lo culminante durante más tiempo y eso sabiendo que también tiene su caducidad. Puede parecer contradictorio, pero realmente no lo es. Es complementario. Si contemplamos una fracción o varias independientes no hay explicación o sentido, pero visto todo en su conjunto parece y es algo relacionado; todo está relacionado. Los físicos hablan de la tendencia del tiempo hacia la entropía, hacia el desorden. Pero eso es solo una visión parcial de un proceso que se repite en continua prueba de otras opciones; no en vano, la palabra “cosmos” viene a significar en griego “orden”, aludiendo al concepto que tal pueblo antiguo tenía del Universo. En la escala cósmica, para la prueba de posibilidades, sobran medios (los porcentajes de éxito de un ente frente al fracaso de los restantes es globalmente muy, pero que muy, bajo). La entropía, como segundo principio termodinámico, y el desorden son una forma de la tendencia a nivelar energías, aunque visto globalmente y a largo plazo el desorden aumente; por eso hay desorden en aumento. La erosión eólica y del agua son medios de desgaste de un terreno pero también de nivelar las formas abruptas para producir tierra fina, arena, un terreno llano, etc. Todo es necesario y que ocurra mucho para que un poco tenga una utilidad precisa y concreta. Eso sí: la contraposición al orden significa un gasto de energía y por eso se dice así de la tendencia general a la entropía. Si se reconoce la existencia actual de la entropía con el desorden del Universo en aumento, implícitamente se está reconociendo que su creación parte de un estado de orden perfecto. La tendencia entrópica es pues una fase de un ciclo que observado en su conjunto, en toda la vida del Universo, no determina por sí solo más que una fase, una parte entre el principio y el fin. El desorden biológico, por ejemplo, produce basura que es, después de todo, el orden necesario para el abono e inicio de un nuevo ciclo biológico. El desorden de polvo y gas puede ser el principio de una nueva estrella. El desorden social puede producir una revolución, un nuevo modo de vida, y así sucesivamente en todos los órdenes de la vida. Se puede pensar que la tendencia actual al desorden en el Universo es una fase necesaria dentro de un orden cuyo objetivo no conocemos aun. La entropía depende pues más que nada del objetivo perseguido, de la finalidad, y eso es lo que no conocemos.
    Se niega la existencia de un plan porque no conocemos el destino final y no se entiende para qué o por qué ocurren las cosas, pero ¿es razonable negarlo solo porque no se conoce la parte final del programa, y sobre todo cuando apenas hemos empezado a conocer algunos pequeños fragmentos de su inmensidad?

    Hay dos cuestiones trascendentales: El nacimiento mismo del Universo y su verdadero destino o finalidad. El Big Bang y la respuesta a la pregunta ¿y todo para qué? ¿Cuál es el propósito final? ¿No pudo ser de otro modo? ¿Por qué la velocidad de la luz es la que es y no superior o inferior? ¿Por qué las características de las partículas atómicas son como son? ¿No pudieron ser otras? ¿No hubo posibilidad a otros parámetros físicos en la creación del Universo?
   Se dice que el Universo nació de la nada en un proceso o fluctuación cuántica por una alteración de energía en el vacío o una “fluctuación cuántica del vacío”; cuando citamos la nada y el vacío nos referimos a la total y absoluta ausencia de materia y energía (materia y antimateria, materia oscura, energía oscura, campos,… todo), y la inexistencia de campos y espacio alguno, claro, pues de otro modo el vacío de materia, pero no de energía, no es más que un término engañoso. Aunque muchos cosmólogos se quedan tan panchos con esta definición, o alguna similar, y se detienen ahí, nadie quiere decir que piensa sobre qué o quién produjo tal alteración, que no supone violación de ley alguna, pero que exige en cualquier caso la acción producida. No se cuenta que lo que llaman “vacío” ya sería algo preexistente, como el espacio aunque no tuviera materia ni energía, y no una “nada” absoluta, porque para alterar algo es que existe previamente por lo que la referida “fluctuación del vacío” implica una preexistencia de un ente previo, sea “vacío”, “energía”, o ambos.
    En realidad, cuando hablan de tal fluctuación en el vacío parten ya de la época de inflación del Universo (cuando ya tenía 380.000 años) para explicar el nacimiento de la energía oscura a partir de la energía del vacío, momento en el que se generó una gravedad repulsiva. No es pues el momento cero del nacimiento del Universo, no es el nacimiento real del Universo lo que nació del vacío en el que no había ni espacio, ni energía, ni campos, ni partículas de materia, ni nada. Sin embargo hablan siempre del nacimiento del Universo a partir de la fluctuación del vacío citada cuando lo que tal hizo, eso sí, fue una transformación de esas partículas-campos-energía-espacio ya existente que se reconfiguró hacia lo que luego sería un Universo distinto. Dicho de otro modo, la citada fluctuación del vacío hizo ser al Universo como es hoy día sobre una existencia previa distinta. 

    Hay miedo a especular porque para un hombre de ciencia aquí están las fronteras insondables, sin posibilidad de comprobar. Pero ello presupone la existencia anterior al Universo de algo, otro universo, o entidad, material o energía, que altera ese estado de la nada, y es creador, ordenador o canalizador de la energía. Si realmente no hubiera habido antes absolutamente nada, ni materia, ni energía, ni desde luego espacio ni tiempo, ¿qué vacío se podría alterar a ningún nivel, sino nada?
    Es decir, en el nacimiento del Universo se habla aquí de un vacío, no ya sin materia y sin energía, sino sin espacio. Todo lo existente inicialmente apareció (procedente de donde fuera) concentrado en un punto y por tanto no había nada en su entorno, ni espacio ni tiempo ni mucho menos materia ni energía. Solo había el punto y la nada absoluta; por tanto en la última no pudo haber oscilación alguna, así que todo procede del punto y de lo que lo hace ser, aunque venga de otra dimensión, porque no está fuera del mismo ni quizá en él.
    Así pues cuando se habla de fluctuaciones, de alteraciones, de procesos cuánticos, se está haciendo referencia a algo preexistente o sobre lo ya existente, sea materia, vibración, onda o energía actuante; en cualquier caso implica ello a leyes preestablecidas, pero no a una nada tan absoluta que ni siquiera exija la actuación, “norma” o “ley”, por la que del absoluto vacío pueda salir algo (y negando la posible existencia de otras dimensiones). Por tanto, antes del Big Bang, había “algo” en alguna parte (aunque sea otra dimensión), aunque fuera una sola partícula, y existió un ente actuante que desencadenó el proceso; y aunque fuera un hecho natural fue “legislado”, ordenado, programado, secuenciado de alguna forma. ¿Qué no es así y, como sostiene muchos, todo apareció de la nada así por las buenas y puede volver a ella? En este caso, si no existía nada, ¿por qué existiría la secuencia programada del surgimiento del Universo? Si no hubiera secuencia, ni orden, ¿por qué las partículas atómicas y todas sus combinaciones básicas iban a mantener una matemática regular, unas leyes físicas, una lógica, un funcionamiento, una secuencia? Podrían haber sido anárquicas, con comportamiento distinto uno por cada partícula (no por cada tipo o clase de ellas), podría haberse formado las partículas básicas sin orden en las agrupaciones de quarks, podrían uno o muchos protones tener una masa distinta y de más o menos a las 1.836 veces que tiene sobre el electrón, podrían haber sido muchas cosas muy distintas, como existir distintos tipos de electrón, más o menos tipos de cada partícula, etc.; pero no es así, y ha resultado en lo básico justo lo que se necesita para que nosotros estemos hoy aquí preguntándonos por ello. Del mismo modo, la producción de los elementos básicos para la vida en el Universo, además del hidrógeno primigenio, es precisamente la más abundante en el caso del oxígeno y el carbono; falta el menos abundante nitrógeno, pero ¿no parece mucha casualidad? ¿Tal vez nos engañamos con el inconsciente y profundo deseo de buscar un creador o un antecedente? Claro que cuando se menciona la nada y el vacío, para algunos no es un concepto absoluto, sino un ente cargado cuanto menos de energía con lo que comenzamos la historia de nuevo...
    Aun siendo el Big Bang, o proceso creador del Universo que fuera, un fenómeno único, nos topamos con la incomprensión a la pregunta de qué lo inició o mandó iniciar, quién hizo o estableció la ley, la matemática y la física tal cual es, o de qué equilibrio o desequilibrio nace, ¿de que voluntad?, ¿qué o quién estableció las condiciones para que ocurriera?; y encima ni la física es aquí patrón universal, pues en la mecánica cuántica las cosas funcionan de otra manera. ¿Hay otro proceso natural procedente de otro universo? Si así fuera, también tendría su propia creación, dentro de un posible proceso patrón mayor. Pero cualquier camino nos llevará por ahí a la misma pregunta. En cualquier principio nos faltará siempre un creador, un padre, un hacedor, una orden de inicio, una ley, una energía,... ¿de qué o quién? Aunque la materia y todos los universos posibles hubieran salido de la nada y todos los procesos de los mismos sean simples leyes naturales, se necesita la mano por encima que lo hecho a andar, que hiciera posible la bilocación de sacar algo de la nada; pues, ¿resulta creíble o lógico pensar que –1 y +1, que pueden salir de 0, no necesitan al operador? Pues necesitan operador, necesitan el signo =, necesitan el equilibrio que lo expresa. Necesitan la ley que las hace ser. Necesitan un “hágase” ¿o ya existía otro universo y el nuestro es hijo menor? En cualquier caso todo se rige por leyes, y las leyes exigen o implican la existencia de un legislador, llámese dios, alá, el eterno, el absoluto, la energía, una energía inteligente o no, pero evidentemente algo infinitamente -incompresiblemente para muchos (o todos)- superior a nosotros...
    E inherentemente al principio de estas preguntas surge otra: ¿y para qué? ¿Por qué todo es como es? Sabemos cual es la finalidad de los entes del Universo, de las galaxias, de las estrellas, de los planetas, pero ¿cuál es la finalidad de la existencia de todo el conjunto, del Universo mismo, y de nosotros mismos? ¿Pecamos de soberbia creyendo que somos la cúpula de la vida? ¿Para qué estamos en este mundo? ¿Existen mundos paralelos? ¿Son éstos las dimensiones, los planos existenciales y espirituales? ¿Por qué tenemos ese afán de explorar, de ir allá, de soñar con ir a las estrellas, de expandirnos, de conocer, de saber? ¿O es todo fruto del afán de dominio del ser creado que quiere adquirir el conocimiento para ser él mismo un/el creador? En su propio universo (en el cerebro) el hombre trata de explicarse a si mismo. ¿Y porqué es así? El afán de lucha, de buscar, de superar, de explicar, de subir peldaños, son simplemente los condicionantes de nuestro ser en su evolución. La superación del propio conocimiento quizá tiene una meta, la de la evolución del propio espíritu que nos anima para llegar a algo que desde aquí nos resulta ignota.
    El creador del Universo hizo leyes inmutables, fijas, y que las mismas jugaran al azar, en una aparente contradicción y sin embargo una realidad manifiesta; el tablero de juego es fijo, y también sus normas y piezas, pero no sus movimientos, así que no sabemos el resultado de las múltiples partidas. El Universo juega al azar sus posibilidades cotidianas y no obstante existe porque sus leyes básicas no juegan: son puras, precisas y acertadas para su subsistencia global. Por ejemplo, si la fuerza fundamental nuclear hubiera sido un poco más fuerte o un poco menos de lo que es, no existiría el Universo como lo conocemos, no habría estrellas, o serían distintas, y por lo tanto tampoco vida. Los entes originados en el Big Bang son exactos y precisos, ahí no parece que hubiera azar, y sin embargo los procesos posteriores (estrellas, vida, etc.) solo surgen de forma aleatoria. ¿Podían haber sido las cosas de otra manera? Cabe la duda de si existen en paralelo infinidad de universos con tales posibilidades variables y por tanto estériles (como también ocurre con muchos planetas)...
    En resumen, tal parece que algo, llámese energía o Dios, promulgó unas leyes e hizo todo (con un “hágase” o a martillazos; el cómo es completamente secundario) para que dentro de las mismas probaran toda clase de suerte toda clase de entes o seres más o menos individualizados. Una suerte azarosa pero inexorable e imperturbable, y que cambia con el entorno en el que se desenvuelve cada ser. Una suerte de interrelación individuo-mundo que lo rodea (y no solo se refiere al ser humano, sino a cualquier ente del Universo), que parece tener una finalidad que no comprendemos. ¿Para que ha querer ese “algo”, ese Dios, tenernos aquí y así? ¿Para ver cómo nos interrelacionamos? ¿Para contemplar como se combinan las posibilidades del individuo-mundo que lo rodea y ver cual es la más apta durante más tiempo? ¿Es que nos somete a pruebas? ¿Acaso no suponemos que nuestro Creador debería saber todo eso de antemano? ¿Está “el que es” mucho más lejos de lo que nos podemos imaginar –o nosotros de El-, o simplemente se dedica a contemplar su creación de la que no sabe a ciencia cierta los resultados, como si de un juego o un experimento se tratara?
    Allí donde la ciencia se diluye, allí donde solo llega el poeta, intuición y presentimiento, y Dios/tantos-dioses-humanos se confunden y dispersan (con tantas ceremonias de confusión), allí, en un horizonte infinito, se pierden nuestras preguntas, pero en su ignorante osadía, tocan el brillo del sueño eterno, y también infinito, del hombre buscándose a si mismo, buscando la meta final.

    Sería imposible finalizar aquí, con las elucubraciones sobre el mundo que habitamos, aun por entender, sin preguntarnos paralelamente algo más cotidiano. ¿Cómo es posible que el hombre busque instintivamente su razón de ser y trate de proyectarse al espacio cuando él mismo está aun a la vez inmerso en un mundo con cierto o relativo problema de convulsión social? ¿Cómo es posible que nos preguntemos por otros seres del Universo cuando aun gran parte de la Humanidad no se pregunta por la parte restante del mismo planeta? ¿Cómo es posible que el esfuerzo por ir al espacio no se vea acompañado de la simple voluntad que a más o menos corto o medio plazo lleve a cubrir las más imperiosas necesidades (alimento, salud y paz) de gran parte de la Humanidad?
    No hay contradicción. El costoso espacio no impide el esfuerzo de erradicar el hambre y la guerra. Todo lo contrario. La contradicción real está en la propia mentalidad colectiva del ser humano que mientras unos llevan el carro, otros lo van saqueando. Aun comprendiendo fríamente el egoísmo de unos pocos, parece imposible que quien como colectivo mira al cielo pueda estar a la vez pisando a un hermano. Parece imposible que quien tiene la mentalidad de querer caminar hacia la meta final del entendimiento del mundo que le rodea pueda permitir que ocurra el hambre, la opresión despiadada y la guerra en cualquier otro lugar. Nuestra sociedad está plagada de manipulaciones y no solo de los aparentemente poderosos; observen, por ejemplo, que cuando los americanos intervienen (con razón o sin ella) en cualquier guerra aparecen manifestaciones en gran parte del mundo, pero casi nadie se acuerda casi nunca del resto de guerras, algunas perpetuas, que hay en el planeta.
    Las generaciones futuras condenarán la presente, como la presente condenó la pasada, y también mañana tendrán razón. No es posible imaginar una futura nave espacial yendo a las estrellas llena de pilotos macarras, ni de sutiles políticos que solo buscan a cualquier costo el acceso al poder pisando al que les impida el paso al que no piense como ellos (eso sí, proclamando su representación por voto popular), bombardeándonos con sus habituales demagogias y de descalificación de sus contrarios como único mérito, o para perpetuarse en la poltrona, ni tampoco de científicos o cualquier otro que no sepa que tiene hermanos, congéneres que no podrán nunca llegar ni a empezar a buscar su meta final porque su única preocupación cotidiana será intentar poder comer casi a diario, buscar donde recostar su débil y enfermo cuerpo, o encontrar donde esconderse... de otros humanos.
    Estamos tecnológicamente (una gran parte del planeta) a más de 20.000 años de una sociedad humana primitiva y a muy poca distancia del nivel animal en cuanto a comportamiento social y espiritual (globalmente como planeta). Porque la otra parte de la humanidad, la de menos preocupaciones de subsistencia, mayoritariamente solo está preocupada poco menos que de cómo quedará su equipo deportivo el fin de semana siguiente...
    En fin, que aquél simio que hace unos cientos de miles de años dejó primero los bosques y luego la sabana africana, sea como fuere, ha llegado al presente para preguntarse (desde las primeras civilizaciones siempre se lo preguntó) porqué todo es como es, porqué está aquí y para qué. Ya no es ningún rey de ninguna creación particular (cada vez menos) pero está tomando conciencia de su propio ser en un Universo que pretende explicarse a si mismo, tanto mirando a las estrellas como interpretando su propia mente, o quizá sus propios sueños. Algo hay, de todos modos, cierto: toda la dinámica del Universo, incluida la vida (y la del hombre, claro), prueba posibilidades partiendo del desorden y con tendencia al orden, y las que tienen éxito perviven un tiempo significativo. Con las leyes promulgadas, alguien parece jugar a combinar entes, a ver que sale...; es otra forma de ver la llamada selección natural, una evolución a gran escala. ¿Es el hombre (u otros seres inteligentes del Universo) una cumbre, el motivo del juego? Porque salir, entre los humanos, sale de todo; desde seres inteligentes y hermosos hasta los monstruos física y mentalmente más aberrantes. ¿Consiste el juego es descubrirse a sí mismos tales seres, o juegan con nosotros? Lo cierto es que el desafío de averiguar cual es la finalidad de todo, de porqué todo es como es, existe.
    Pero los enormes avances de la ciencia y la técnica de los últimos siglos, a través de una intensificación de la información, del conocimiento impensable anteriormente, han significado también la liberación de la conciencia humana, pero no hacia un verdadero sentido de verdaderos valores perennes sino hacia una mezcla de confusión y ocio, y sin dirección ética alguna, donde todo sirve; todo es arte, cualquiera cosa es objeto de admiración, cualquier mediocre o inútil es elevado a lo más alto de su “especialidad”, solo basta con salir en la televisión de cualquier modo... El inepto, cuando lo debería de haber perdido, ahora se ha apoderado más que nunca del poder humano y todo lo que ello significa; y el inocuo y el inútil son dueños del mérito y la fama. Y todo ello, en gran medida, es debido al modo de vida americano, copiado por Europa, verdadero padre social de aquéllos, motores todos ellos de los principales avances tecnológicos desde el Siglo XIX acá, impensables y descomunales hasta entonces en la historia humana. ¡Que paradoja!, son los mismos que han llevado el hombre a la Luna y procurado su acceso al espacio, orígenes de una posible nueva conciencia humana.
    Quizá el tiempo dote al hombre de una nueva mentalidad, de una soñada mentalidad de convivencia universalista, donde se superen fronteras de todo tipo, los absurdos regionalismos o nacionalismos patrioteros y chovinistas que desvirtúan una verdadera personalidad de los pueblos solidarios (que los que no lo sean no nos interesan porque su futuro será siempre negro), que nadie debe poner en duda desde la perspectiva de la hermandad y no de las diferencias. El esfuerzo de ir al espacio, si lo quiere seguir abordando, se lo exigirá. Y entonces desaparecerán los egoísmos nacionalistas, y las banderas, las nacionalidades, la tripulación, serán simplemente... la del planeta Tierra. Ojalá algún día así sea.

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PERO, ¿EXISTE EL MUNDO? UN RESUMEN PARA PENSAR.

    Toda nuestra vida nos pasamos midiendo y juzgando cosas, casos, hechos y personas, en relación a unidades y medidas físicas o mentales que nos inventamos o creamos nosotros mismos. Así es que no entendemos las más de las veces casi nada de la vida, de la existencia, del mundo que nos rodea, porque evidentemente no nos hicimos a nosotros mismos y así, inconscientes, lo reconocemos cuando nos asombramos de la propia naturaleza humana y el medio en que evoluciona y se desenvuelve. Nosotros somos el punto de referencia para todo y por lo tanto no tenemos un calibre objetivo de cómo han de ser en verdad, por si mismas, las cosas, los entes, la vida, el mundo, el Universo. El ente, el individuo, existente es su propio punto de referencia, y busca establecer escalas, juicios, medidas, para con todo cuanto le rodea, sean o no sus congéneres.
    Estudiando el comportamiento de los seres vivos y de su entorno, el Universo, cada ser pensante será siempre su propio punto de referencia que pretende analizar todo lo demás para tratar de situarse en alguna parte de lo que comprende, de lo que ve, de lo que existe y puede aprovechar, ocupar, examinar. Por ello, el análisis humano suele nacer viciado y hay que ser muy independiente de toda influencia en el pensamiento para poder establecer las verdades, las propiedades de los entes que nos rodean.
    El ser humano, punto de referencia concreto de esto, ha buscado y se debate, ignorante en sumo grado, sobre la existencia del mundo, de la materia y sus escenarios, y si existe realmente una energía trascendente derivada de sus acciones y pensamientos; si existe el espíritu. O tal vez, como dijo el filósofo, todo es una especie de sueño, nada es verdad, todo es ilusión; ¿existirá en tal caso un despertar? ¿Dónde?

CUADRO RESUMEN DE LAS DIMENSIONES DE LA MATERIA:

ENTE (ejemplo)

Dimensiones que lo definen

Vectores de la dimensión

Características

Materia

(piedra, planta, hombre)

ESPACIO

(punto)

Arriba – abajo

Dimensiones variables según el TIEMPO e inconcebibles sin el mismo. El TIEMPO también es variable e inconcebible sin el ESPACIO.

Atrás – adelante

Derecha - izquierda

TIEMPO

(instante)

Pasado

Dimensión realizada o cumplida, e inanimada.

Presente

Dimensión nacida del pasado y real, no fija, que muta.

Futuro

Dimensión creada por el presente e inanimada a realizar.


    Un punto es la unidad mínima del espacio. No es un átomo o una partícula sino un concepto de algo menor y podría ser la mínima partícula o vibración existente. Pero no es demostrable, como lo es un conjunto de ellos, una manzana por ejemplo. Ya tenemos la primera paradoja. Si no podemos demostrar uno ¿cómo es posible que sí podemos demostrar muchos? No, es en realidad al revés. Al conocer el ente manzana suponemos que existen fragmentos y partes que la componen. Comenzamos a cortar y cortar, y en efecto volvemos a llegar al punto. El método científico exige un conocimiento basado en hipótesis comprobables, demostrables con pruebas que verifiquen ante cualquiera aquéllas, repitiendo el proceso cuando sea oportuno o necesario. Y así comienza el conflicto... La materia misma, como la luz que es a la vez onda y partícula, tiene un carácter dual y en tal punto comienza el problema del comportamiento de los entes que la forman.
    El punto es al espacio como el instante es al tiempo, pero no existen porque el instante no se puede atrapar, no es demostrable, ni definible, ni reducible a una fórmula; es solo un concepto mental de referencia, una ilusión, y es además principio y fin de todo puesto que cualquier otro ente es un conjunto de puntos... Y el espacio sin el tiempo no existe. Incluso el propio Einstein –que tampoco fue ningún dios, pero si una importante referencia- dijo “para los físicos el tiempo no es más que una ilusión”. Por lo tanto –alguien dirá- nada existe, nada es verdad, todo es ilusión. De aquí el... ¿conflicto o nexo? entre ciencia y filosofía. Habría que aclarar que el budismo también participa de la opinión de que “todo es ilusión”, pero el budismo no es más religión que filosofía, a pesar que para los occidentales se considera religión.
    Una línea se imagina de una dimensión tan solo, un plano de dos, un cuerpo cúbico de tres, pero en realidad todos constituyen una sola dimensión, la del espacio. La subdivisión que establecemos solo son puntos de referencia de la dimensión. Pero toda definición a través de longitud, anchura, altura, va en función de la unidad de referencia que nos inventamos.
    El tiempo y el espacio, a pesar de las divisiones que hacemos, en realidad no son más que una sola dimensión puesto que ninguno de ellos puede existir sin el otro. Por tanto, ni existen 4 dimensiones, considerando que de las 3 del tiempo, 2 son inanimadas o irreales, ni 6, sino solo una, el espacio-tiempo. ¿Pero son necesarias 4 dimensiones para definir un ente? Un martillo de tanto por tanto por tanto en las coordenadas terrestres equis a las equis horas, equis minutos, equis segundos del día equis, mes equis, año equis. ¿O habría que delimitar que la definición del ente pasa por su propia delimitación física (medidas), más su situación en las coordenadas (espacio), más su posición en tiempo (en un momento dado)? Y volvemos a tener 3 dimensiones para definirlo. Todo es pues relativo y mutable.
    Para un hipotético extraterrestre, de nada serviría definirle un ente en base a nuestras dimensiones. Para el mismo no tendría sentido la longitud-latitud-altitud, ni la referencia del tiempo que toma como base nuestro día y año. En su planeta, quizá su año tenga una órbita equivalente a dos años de la nuestra y por tanto para el mismo el Universo tendría menos de 7.000 millones de años, y su día también sería otro. En cambio, una fórmula que describa un átomo de hidrógeno, o una molécula de agua, sí que tendría sentido para el alienígena. Por tanto las referencias dimensionales solo tienen sentido si están basadas en referencias universales y no locales, como las nuestras; nos referimos a estándares universales de la física, las matemáticas, la astrofísica. Pero profundizar en este campo, aunque muy interesante, sería todo un extenso capítulo.
    Nuestros puntos de referencia son subjetivos, porque nosotros mismos somos la referencia. La historia humana es una historia cambiante, evolutiva. Nada hay fijo, todo es relativo. Las dimensiones también y por tanto la definición de los entes es ilusoria, y solo válida –porque así lo queremos- para un momento dado, como punto de apoyo para un objetivo concreto.
    Pero si podemos llegar a dudar de la materia, ¿qué decir de lo que llamamos espíritu, o simplemente del pensamiento?

CUADRO ESPECULATIVO DE LA EXISTENCIA:

ENTE (ejemplo)

Dimensiones que lo definen

Vectores de la dimensión

Características

Espíritu

(noción de

existencia)

Materia

Las del Espacio-Tiempo

Las señaladas del espacio-tiempo.

Energía mental

Durmiente

Desconocido ¿fuera del espacio-tiempo?

Pensamiento

Solo precisa del tiempo ¿o del espacio-tiempo bioquímico?

Acción, creación

Precisa del espacio-tiempo.


¿La materia se transforma en espíritu por la energía al igual que materia y energía se pueden intercambiar? ¿Puede ser la energía mental una dimensión no bioquímica (no material) o trascenderla, rebasarla? ¿Significa que el espíritu, la noción de existencia, puede prescindir del espacio-tiempo en determinado momento y por tanto de la materia? ¿Es el espíritu una forma superior de energía? ¿Pero existe el espíritu? ¿Qué es la energía mental, el pensamiento, la noción del ser? ¿Solo es una mera mecánica electroquímica en el cerebro?

Damos por sentado -como hipótesis indemostrable- el ser, la existencia de una energía mental que llamamos espíritu, pero mientras que la materia, un ente físico, una manzana por ejemplo, se puede definir, mostrar, al menos aparentemente, el espíritu como energía, como noción del ser, de existir, no es tangible. No existe tampoco porque está fuera del espacio-tiempo cuando lo pretendemos separar, aislar, como hacemos con la manzana. Y habrá así quien reduzca el pensamiento a un mero proceso bioquímico; más aun, solo electroquímico. Y es que el espíritu utiliza otros métodos incomprensibles para la materia, que es mero soporte pasajero para aquél. De aquí el conflicto entre ciencia y religión.

Estamos pues perdidos. Podría ser que no fuéramos, que no existiéramos, que todo fuera una especie de sueño, porque no podemos demostrar el imparable instante, ni por tanto el inatrapado punto espacio/temporal. El tiempo es una ilusión; y esto, además, lo dijo Einstein.

Afortunadamente estos bucles o autojuegos de la mente, por mucho que se enreden y rebusquen, dan también para más... porque para poder decir tal cosa, hemos utilizado el espacio-tiempo y además existimos en ello en tanto que es idea, energía mental transformada. Por lo tanto, del caos de la duda cada cual puede establecer su propio pensamiento y en definitiva existir en su propia dimensión espacio/temporal. Si hay o no espíritu trascendente a la materia, todos lo averiguaremos, por desgracia o fortuna –según cada cual...-, algún día. La posibilidad de existencia de un “más allá” no es tan alocada como podría materialmente pensarse.

El reconocimiento matemático de que podrían existir más dimensiones a nivel cuántico puede dejar abierta una posible idea con refrendo más “material” que la de la mera creencia “por la fe” en cuanto a la existencia de mundos paralelos, ocultos para nosotros pero desde los que quizá nos puedan “observar” e incluso “manipular”. Quizá esos mundos estén formados por partículas cuánticas similares a las nuestras pero de otro nivel de energía, vibración o lo que sea. ¿Quién sabe?, pues esto solo son palos de ciego… Si un erudito de cualquier antigua civilización fuera trasladado de golpe a nuestra época, ¿qué diría de la ciencia y vida actual del hombre? Del mismo modo, si un hombre instruido de hoy se trasladara la humanidad de dentro de 10.000 años, ¿qué no encontraría que ahora nos parece fantasía o propio de la más disparatada ciencia-ficción? Seguramente, tal vez no haya que esperar 10.000 años para ver algo sorprendente…


    > LOS PROCESOS REFLEJOS

    No existen sucesos únicos o aislados en el Universo. Si acaso, el único suceso singular es el propio nacimiento del Universo considerado como ente único. Si un suceso se reconoce como único no cuenta como ejemplo porque, por propia definición, no volverá a suceder y por lo tanto nada podemos aprender en previsión de otros. Se aprende cuando el suceso se puede repetir, cuando se puede prever, cuando tiene una emulación; o sea, cuando puede tener una aplicación. El aprendizaje es repetición y prevención de los ciclos, aplicación en lo que puede volver a ser.
    Existen ciclos, repeticiones, secuencias, y son a su vez imitaciones básicamente de otros procesos. Desde el átomo más elemental, el del hidrógeno, hasta la más compleja mente humana. Solo es cuestión de hechos acumulados o ligados que en esencia se repiten. Son la suma colectiva de muchos procesos elementales. El organismo más complejo no es sino básicamente la copia multiplicada de otros más elementales. Es el reino de la repetición simétrica.
    Existe un parangón, un reflejo general, una réplica de armonía, entre el micromundo atómico y el planetario, un proceso idéntico entre el nacimiento, vida, muerte, de una estrella y el de un ser vivo, de un planeta y una civilización, de una actividad geológica y una orgánica, de todo; y si existen otros mundos, otros universos, paralelos o no, espirituales o tangibles, seguramente también esto es válido para con ellos y entre ellos. La física y la mecánica son comunes en todas partes. Así por ejemplo, en 2004 se estableció que las corrientes oceánicas terrestres siguen el mismo patrón –o viceversa- que las bandas de la atmósfera de Júpiter; su estructura, las turbulencias y mecánica son similares. En muchos de los reflejos, en sus matemáticas se reproducen series armónicas idénticas, por ejemplo, en las disposiciones numéricas de las formas espirales y muchas formas geométricas en general.
    Sin embargo, todo ello no debe ser interpretado ello con literalidad que el habitual detractor quiera buscarle porque la física cuántica difiere de la clásica en muchas cosas. Los comportamientos puntuales de muchas partículas, y sus propios componentes, según como se mire, también se rigen por modelos propios aunque también tienen sus propios reflejos. No se corresponde la misma matemática porque se acoge a un cálculo aleatorio, pero sí al tener en cuenta otros procesos de la naturaleza. El caos, el azar, la entropía, no son algo ajeno al orden, sino su propia definición de principio, algo por lo que distinguimos una lógica de orden y es el inicio del orden primigenio. Las excepciones posibles, o no casadas en correspondencia con otros procesos, son las ramas muertas que el azar prueba en el árbol evolutivo de la vida (estelar, planetaria, biológica, etc.). Pero el paralelismo general en los procesos universales sigue existiendo. De hecho, lo que en física cuántica pasa cuando un suceso puede ocurrir o no, rompiendo la matemática clásica de una ley repetitiva e imperturbable, está reproducido en la matemática aleatoria de una manada de ñus que cruza un río de cocodrilos, uno puede pasar, otro no pasa, uno vive, otro muere, uno pasa por un lado, otro por otro. La probabilidad de cuantificar la energía cuando actúa a saltos tiene por ejemplo un fiel reflejo en una simple tabla de retenciones económicas porcentuales tributarias (por una subida equis de un sueldo no le corresponde incremento del porcentaje de retención por estar dentro de los límites de tipos, pero una subida de la décima parte puede suponer saltar en la tabla a un tipo superior e incluso bajar el líquido del sueldo). Y ello es así porque el intercambio cuántico de energía o radiación y materia tiene lugar también en bloques o paquetes. Por un poco puede ocurrir mucho y por mucho puede ocurrir poco. Eso podría ser un lema del mundo cuántico pero también lo es del cotidiano. Lo que ocurre en un mundo cuántico, aparentemente impredecible, también tiene su reflejo en otros planos, en otras escalas del Universo. La mecánica newtoniana de los planetas también funciona a nivel atómico; ¿y no parece un átomo una especie de sistema solar en miniatura? El frío extremo, por ejemplo, detiene la actividad biológica, y acercar al cero absoluto a los átomos también ralentiza su actividad ante igual condición, pues no en vano la materia biológica está compuesta de átomos...; el parangón se establece y la interrelación existe. Los agujeros negros parecen ser el reflejo del Big Bang, son singularidades que imitan el más alto grado imaginado de concentración de materia; ¿son tales agujeros Big Bang en miniatura que se manifiestan en otros universos? La materia crea energía y la energía crea a su vez materia (y antimateria; como si de un diminuto Big Bang creador se tratara), en ambos casos bajo las premisas necesarias, pero el reflejo, la interrelación es cierta.
    La misma reproducción de seres vivos sigue un patrón general como el de un sistema solar. Se unen las partes, nacidas de elementos residuos de una entidad equivalente anterior caduca, dando lugar a una entidad nueva. Se agotan en procesos en el tiempo y mueren, con cuyos restos nacerán otras entidades. Son los ciclos de antigua materia estelar que forma una estrella y planetas en su en rededor. La estrella se consume transformando sus elementos ligeros en otros más pesados que pueden dar lugar, en la explosión final, a nubes de materia, que son el componente ideal para la creación de planetas. El nuestro, nosotros, somos el polvo unido en una densa entidad que llegó a formar el planeta Tierra. El hombre nace de elementos químicos organizados, se desarrolla, se multiplica mientras siga habiendo tales elementos, y muere devolviendo los mismos a una tierra común. Pero no todos realizan los mismos procesos, sino que muchos no alcanzan a completar la línea general del proceso y mueren antes, o mal llegan a un punto de la línea. Las estrellas también son así. Las hay que por su masa no llegan a explotar y no lanzan al espacio su producción de elementos pesados. Como hay árboles que no dan nada o se secan sin dar nada. Como ocurre en la misma actividad y sociedad humana, en la que hay individuos que trabajan mucho y otros nada. Y lo mismo se puede decir de las civilizaciones, de las sociedades humanas, de las naciones, de los imperios. Algunos de estos han transformado el mundo y han dejado una cultura que perdura durante siglos, como el romano por ejemplo; otros, han sido nefastos y han pasado como inútiles o destructivos, como el nazi por ejemplo. Tienen un nacimiento, una expansión, un cenit, una decadencia y una disolución. En todo está el reflejo. En una colonia de abejas, una es la reina, y los demás trabajan para su reproducción, sacrificando su vida en ello. Expandirse, perpetuarse, sirviendo como pieza y morir con ello. Como el Universo. Cada parte contiene al todo o participa en él como reflejo que es del mismo. “Lo que es arriba es como lo que es abajo”. Estos mismos párrafos no son sino el reflejo que explica otros entes.
    La vida misma, no es tan fácil de definir frente a los entes no vivos. Se considera vivo aquel ser que es capaz de duplicarse a si mismo, o reproducirse acumulando información, mediante la adquisición de energía, o transformación de la misma, obtenida del entorno. La reproducción puede ser mediante la división en dos del ente o bien por aparejo, por sexo, con otro ser. En ambos casos puede haber cambios u errores que aquí se llaman mutaciones y es entonces el azar nuevamente un factor más de la propia evolución. Tal azar y el error juegan cada vez más importancia cuanto más nos distanciamos de los elementos y procesos básicos del Universo, dando lugar a la variedad de posibilidades y seres. En este aspecto, los seres adoptan para la supervivencia diversas actitudes, desde la agrupación en familia o manada, hasta el altruismo (y no estamos citando a los humanos solo, sino a los animales en general); el llamado gen egoísta llega a conformar el carácter altruista de algunas especies al imponerse para así lograr la supervivencia de sus crías, de su especie en definitiva. La evolución de las especies con su diversidad es un reflejo ampliado de la evolución atómica que ocurre en las supernovas que crean también su diversidad de átomos.
    La misma sociedad humana tiende a reproducir, a reflejar, la formación de propio cuerpo físico. Si se piensa la complejidad que es de un cuerpo humano, cúpula o techo (pero no culminación o cierre) de creación, acumulación más o menos depurada de una evolución animal, y se compara con que la sociedad actual es la acumulación más o menos depurada de la evolución social, tenemos que los esquemas de ambos entes, individuo y sociedad, tienden a reflejarse, a organizarse del mismo modo. Tendemos a copiar lo que somos. Y el aprendizaje en lo puede servir para lo otro. La cultura no es sino la acumulación aplicada de la suma de conocimientos, el aprendizaje de lo útil; de lo que se puede deducir, a juicio de quien esto escribe, que en nuestro mundo no a todo lo que se llama cultura verdaderamente lo es. Eso es lo que ha permitido al hombre evolucionar respecto a los animales. El conocimiento aplicado de la agricultura fue lo que hizo al hombre culto porque aprendió técnicas de cultivo, de manipulación. Acumuló experiencia y conocimiento y la transmitió. Es decir, tal como tuvieron que hacer las especies para evolucionar, para sobrevivir. Tal como hicieron las células, tal como hicieron los vegetales a nivel genético.
    Pero en todo ello juega un papel determinativo la tendencia al sistema evolutivo en el que subsiste la posición, el ente mejor dotado, sin que se sepa a priori cual es la dotación mejor o ideal porque se desconoce el propósito o finalidad; en la vida salvaje es el más fuerte, o el más rápido, o el más listo, o el más venenoso, o el más paciente, según su especialidad. Para ello, las leyes de la naturaleza prueban por azar todas las posibilidades. La adaptación al medio de los entes no es sino el acierto del mejor dotado para una función o funciones concretas. Los demás, sencillamente son las partes inertes que no han tenido éxito y no subsisten, desapareciendo en mucho menor plazo; también el ente que subsista desaparecerá cumplida su misión en el encaje de los propósitos generales.
    Un órgano de un cuerpo contribuye al todo con una especialización pero siempre con un fin único, el funcionamiento de un ser, de una entidad. La Luna cumple una función biológica sobre la Tierra aunque no sería en lo estricto necesaria posiblemente. Eso lo saben bien los labradores que, por ejemplo, podan y siembran en Luna menguante. Las mareas, con toda su importancia biológica, son una consecuencia de la Luna y los movimientos. Existe una interconexión de cada parte con el todo por ser un reflejo de ella. La propia naturaleza universal prueba continuamente posibilidades. Hay millones y millones de estrellas, pero solo algunas pueden albergar vida, y solo algunas pueden producir elementos pesados y expulsarlos al morir. Existen miles de especies pero solo algunas han sobrevivido un tiempo significativo, se han adaptado, sirven para subsistir y dominar o reconfigurar otros entes. Es la evolución que tiene su parangón en las estrellas. La naturaleza prueba posibilidades a todos los niveles aunque solo una parte sirva finalmente. Surgen civilizaciones, sociedades, pero unas sucumben ante las siguientes que se imponen.
    Por otra parte, todo el Universo se rige en lo básico y fundamental por la dualidad, electrón-protón, negativo-positivo, atracción-repulsión, nacimiento-muerte, principio-fin, espacio-tiempo, macho-hembra, etc. No puede existir lo uno sin lo otro y no son realmente contrapuestos sino complementarios y necesarios para su propia existencia en binomio del Universo mismo.
    Una aplicación de todo este entendimiento de procesos que son reflejos nos lleva a considerar cómo las más grandes estructuras del Universo tienen caracteres y comportamientos propias de partículas elementales, y viceversa. El estudio de lo uno y lo otro lleva a un conocimiento, a una mejor comprensión, del todo, descubriendo la relación existente entre todos los entes del Universo.
    Otro reflejo digno de considerar es la perturbación del espacio-tiempo que supone un agujero de gusano con el supuesto traslado  (a la velocidad de la luz) de un ente desde un cuerpo masivo a otro distante (entre agujeros negros), porque tiene su reflejo en el entrelazamiento cuántico entre dos partículas. También los mismos agujeros negros podrían tener las mismas características generales de partículas como el electrón: masa, spin o momento angular, y carga eléctrica. Aunque también puede que el citado entrelazamiento y los agujeros de gusano sean el resultado de un mismo proceso o el mismo fenómeno.

    Son pues de considerar como filosofía de entendimiento de los procesos en el Universo las siguientes premisas:

1.- La regencia de una dualidad como motor de sucesos tras la supuesta pléroma preexistente, y con el necesario acompañamiento de una componente más o menos inerte, o pasiva, o inanimada, pero imprescindible o que permite definir a la dualidad en un momento dado, por lo que se puede hablar en realidad de una tríada existencial; ejemplos: positivo, negativo y neutro; orden, desorden y azar; espacio, materia y tiempo; unidad mínima cuántica, unidad anterior enrollada o en vibración determinada (materia y energía), y vacío (nada; no el vacío espacial, que no lo es en sentido absoluto); etc. La multiplicidad de opciones posteriores solo son diversificaciones o combinaciones duales de una parte anterior, también dual.

2.- Existe un proceso reflejo en algo y en alguna parte de cada suceso o ente del Universo. El primero de todos es la simetría que se repite, un desdoblamiento presente en todos los entes, de forma física o de comportamiento, y es la primera regla de la organización de los mismos.

3.- Cada parte del suceso contiene universalmente la esencia del todo o tiende a ella. Hay pues una relación de cada ente con los demás.

4.- Hay una interconexión, una interrelación y un encaje sucesivo de los entes o sucesos del Universo. La relación es dependiente. Ejemplos: espacio-tiempo, tiempo-velocidad, velocidad-aceleración, aceleración-gravedad, gravedad-materia, y (cerrando el ciclo, el círculo) materia-espacio; cualquier ciclo ecológico de los seres vivos; un ciclo económico-social; etc.

5.- Solo una parte de los procesos con los sucesos se repite con éxito, en cuanto a conseguir finalidades concretas, entrando en una sincronía y armonía perdurables, como resultado de las pruebas del azar en una evolución en la que las demás son meras partes de soporte o residuales de éstos. Es todo como un juego en el que todas las piezas prueban a encajar en la parte que solo a una verdaderamente sirve como única. Quizá, en efecto, Dios no jugará a los dados, pero Él creó el juego y sus leyes para que prueben suerte sus seres, a ver cuál subsiste; jugamos por Él. El procedimiento básico del Universo es exactamente un juego de posibilidades. Es como si el Creador no supiera de antemano qué iba a salir de su Creación, de sus propias reglas, ni cuales entes subsistirían más tiempo. En esto consiste la libertad de sus seres, solo en esto, en formar parte del juego.

6.- Los seres, desde el más elemental al mas complejo, subsisten, crecen y se desarrollan acumulando información, copiando fórmulas, asimilando entes ajenos, para aplicarlo a si mismos, probando suerte con todo lo posible y quedándose con lo útil o práctico. Ocurre en todo tipo de alimentación, animal o vegetal, ocurre en el estudio, en las culturas, en todo cuando se hace a diario, en la creación. El hombre ha elevado al máximo tal cualidad acumulando información fuera de su cerebro (libros, etc.), creando culturas.

7.- Existen seres, unidades biológicas (basadas en el átomo carbono en nuestro caso) dotadas de voluntad, que creen haber llegado a definirse a sí mismos, a explicarse, a autoanalizarse, a comprenderse y por lo tanto a poder dominar la creación o autocrearse (clonación, robotización, mecanización, etc.), en reflejo de su propia creación. Es decir, también el propio ser que comprende su propia creación la puede utilizar y se autorreplica. El hombre tiende a explorar y expandirse, como tal vez hace su Creador con todo el Universo, probando suertes, jugando. De una manera más o menos consciente o instintiva, la mano humana interviene la Naturaleza y fuerza, moldea, altera la evolución natural (agricultura, especies animales domésticas, grandes obras de ingeniería, etc.). Cierra así una fase del ciclo.

8.- Los entes básicos, como las 4 fuerzas de la naturaleza o las leyes y caracteres atómicos, son o resultan perfectos, pero no muchas de las manifestaciones, de sus combinaciones posteriores, en las que se rompen las simetrías y la perfección, si bien podría no ser así observado todo como un conjunto, y aparecen en su defecto los reflejos; la tendencia asimétrica puede suponer paradójicamente, cuando se repite, una nueva simetría. Del abanico de posibilidades que los entes básico de la naturaleza, solo un pequeño porcentaje se repite con un éxito que tiende a la perfección, a la inmutabilidad, pero sin conseguirla, sin llegar a ella. Por ello, toda mecánica en la vida de cualquier tipo es probar posibilidades. El Creador no parecer saber a priori las posibilidades y finalidades de sus entes o quiere que todo tipo de seres prueben todo tipo de suertes. De otro modo, las leyes de las combinaciones serían más limitadas para que el éxito de sus seres estuviera circunscrito a las condiciones del éxito, como lo hacen inmutablemente las fuerzas originales.

9.- En todas estas condiciones se proyecta un reflejo de evolución contínua (de la que podría decirse que el hombre es la cumbre conocida –porque así se define él) en una escala en la que no sabemos donde estamos y de la que desconocemos su finalidad.

10.- Sobre todas estas premisas, su continuación y extrapolación al pensamiento humano y su energía mental cabe esperar reflejos o procesos idénticos que perfilan y nos dejan ver el futuro. La observación de la naturaleza no solo conlleva su comprensión sino la previsión del futuro por el seguimiento o cálculo de los ciclos en tales reflejos.

11.-¿Qué finalidad puede tener esta forma de pensar? Pues algo tan sencillo como que la ciencia y la tecnología, vistas en cierta perspectiva, son solo imitaciones de la Naturaleza. Y todo nuestro quehacer tiende hacia un punto en un horizonte que, hoy, no comprendemos. La propia sociedad humana se compone del comportamiento colectivo de sus individuos cuya premisa básica es la imitación, de donde se derivan las aspiraciones, envidias, necesidades, etc., todo cuanto configura su Historia. Nos sirve, en definitiva para entender y explicar nuestro comportamiento y nuestro destino.


    En resumen, todas las partes parecen actuar para un fin, para un propósito, con el azar como generador de pruebas; por tanto el conjunto ha de tener un propósito que quizá sea un reflejo de las mismas, o alguna de ellas. La vida misma es reflejo de su propia configuración parcial, la mayor satisfacción de todo ser es la comunicación misma, la transmisión de información (biológica con hijos, físico, intelectual o moral, con el reconocimiento de una obra, etc.) a otros entes, dando continuidad así a un propósito inicial innato e inconsciente.

    Comprendiendo estos puntos, se entiende que el propósito del Universo puede que sea al final menos azaroso o caótico de lo que se piensa en su conjunto, que no en sus métodos, y que existe una planificación, un cálculo de probabilidades para ensayar y probar nuevas formas, y no un caos indeterminado e impreciso y sin finalidad. La tendencia al orden desde cualquier posición temporal de caos en el Universo es manifiesta en la observación de tales procesos y se va alternando dualmente (y a la vez trinitariamente, según se contemple) en la misma entropía en el interminable ciclo existencial. El caos es la muerte, el final, y a la vez es el principio por el que la tendencia al orden se manifiesta e inicia. La muerte de un ser vivo es la nueva fuente de alimento para otros; la muerte de una gran estrella puede ser el esparcimiento de elementos necesarios para futuros mundos habitados. La observación limitada de ese ser, la contemplación parcial, o momentánea y no completa, nos induce a error y nos impide contemplar el conjunto, y sin embargo nos lo puede decir todo sobre el ente y otros nuevos que han de aparecer. El caos es un factor-momento necesario para la prueba evolutiva y aleatoria de nuevas posibilidades. El caos de una masa de gas y de polvo estelar tiene en la gravedad (que necesita inherentemente de la dualidad materia, espacio-tiempo) el principio por el cual llegará a formar sucesivamente una nebulosa, una protoestrella, y quizá protoplanetas, etc., hasta evolucionar a un sistema estable que puede contener en algunos casos vida. Una masa de tierra lleva bajo los nutrientes orgánicos a veces el principio por el que nacerán plantas. La semilla mezclada con tierra, incluso con basura, tenderá a crecer en su condición y establecer siempre el orden de la vida. El reflejo es el mismo. La esencia se aprovecha del medio y evoluciona creciendo en la condición del lugar, del medio.
    Otro ejemplo. Un reflejo de una gran civilización con una supernova. No todas las civilizaciones dejan huella en la historia, en las generaciones siguientes; no todas las estrellas llegan a supernovas y producen elementos más pesados que el hidrógeno y el helio. Las grandes civilizaciones se rompen, como las supernovas explotan expulsando materia, y dejan huellas (la romana, la lengua, el derecho, etc.; la árabe, medicina, matemáticas, astronomía, etc.) para las generaciones siguientes, como las supernovas los elementos que utilizarán los sistemas solares que las suceden y sin los que no es posible la vida, como no es posible una sociedad actual sin la suma de los restos de las civilizaciones que nos han precedido. La sociedad humana y los hechos de la naturaleza se replican siguiendo las mismas pautas.
    Concretando aun más los reflejos, tal cual paralelismos que son, en cosas concretas y ordinarias, tangibles y materiales, por ejemplo, se ha podido ver cómo un insignificante moho (Physarum polycephalum) está diseñado bajo los mismo criterios matemáticos, o algoritmos (como llaman ahora a las fórmulas de una rutina o secuencia de las mismas), que una red o sistema de ferrocarriles del Japón o… que los filamentos de la red de materia del Universo a escala global (estudio de 2020 en la Universidad de California en Santa Cruz). Todo está plagado de reflejos.
    Cabe afirmar por otra parte que las leyes que se han venido creyendo universales y rígidas se han ido transformando con el tiempo en tendencias más o menos sometidas al azar; ni siquiera las matemáticas han resultado ser eternas cuando se llega a un agujero negro o al mismo principio del Big Bang. En realidad, ello es así como resultado del entendimiento de una casuística cada vez más universal y menos concreta.
    Por otra parte, el reconocimiento de los reflejos en los distintos órdenes de la vida humana lleva a comprender porqué existen, muchas veces sin explicar, afinidades, connotaciones, simbolismos, simpatías, etc. Existen porque son reflejos, consciente-explicables o inconsciente-inexplicables, de un hecho o ente paralelo que lo identifica. Son las semejanzas, las simetrías, los reflejos, las correspondencias establecidas y predeterminadas. De tales relaciones saben los psicólogos.
    Es más, comprendiendo bien la globalidad de los procesos básicos de nuestro Universo será posible definir, perfilar, interpretar los de posibles, aun inaccesibles e intangibles, universos paralelos, si es que existen.

    Existe pues un orden en el Universo que exige partir de un caos, de la muerte, del azar, y lleva al final de nuevo a ella. Por eso, todo tiene principio y fin, porque el propio Universo, sus galaxias y estrellas, así se rigen, y él mismo, que tuvo principio en la “explosión” original también tendrá su muerte, aunque no necesariamente a su destrucción violenta tal cual su nacimiento ¿? puesto que su propia ley es la transformación... Y si no es así... ¿Cómo se morirá el Universo? ¿Expandiéndose infinitamente o llegando a un punto de retorno a partir del que empezará a contraerse? ¿Diluyendo toda su materia en un tiempo casi infinito? Se asegura que según la mayor o menor materia que contenga será lo uno o lo otro. ¿O podría un gran agujero negro acabar absorbiendo todo? Pero, bajo igual premisa, ¿que puede nacer a su vez del Universo muerto? Quizá esté naciendo ya “al otro lado” de los agujeros negros en donde las leyes matemáticas conocidas no resultan de aplicación. Quizá sean la infranqueable puerta de otros universos en otro borrón y cuenta nueva de nuevos big bang. Quizá a su vez el nuestro sea nacido de un inimaginable gigantesco agujero negro de otro universo. ¿Fue el Big-Bang ese nacimiento? En tal caso quedaría casi con seguridad admitida la posibilidad de que las entidades básicas de la materia, los quarks o las supercuerdas, tendrían entonces un nivel “vibratorio” (vamos a llamarlo así para distinguirlo) cambiado, distinto, mayor o menor en función quizá de la masa compactada en el agujero negro. Y quizá por ello, el universo madre, y los universos hijos, no son accesibles, no son visibles ni tangibles, y sin embargo estarían aquí, en paralelo.
    Evidentemente, si el Universo tuvo un principio, cabe esperar que tenga final y sobre todo –la gran cuestión- es que habrá tenido un... creador; en realidad, todos los procesos posteriores (creación de estrellas, la vida, etc.) no precisan de la mano de un creador y solo tal principio (conteniendo la legislación consiguiente, el “manual de instrucciones”...) lo exige. Pero si el Universo existió siempre (pongamos incluso un Universo pulsante, con eternos Big Bag y contracciones), cabe esperar que sea eterno y no tendrá pues fin ni tuvo principio. En este último caso, no hay necesidad de un… creador; no es necesario o imprescindible en la lógica de nuestro pensamiento. Aunque persisten en tal caso las preguntas sobre el origen de las reglas y leyes, los límites y condiciones, de la naturaleza del Universo y sus entes. O sea, ¿quién hizo las leyes de naturaleza cuántica? –no entramos ya en las otras leyes, repetitivas de las elementales-, ¿para qué existe? ¿Por qué? ¿Por qué no son totalmente caóticas y siguen ciertas reglas? ¿Cómo saber pues estos extremos? Los astrofísicos están en ello... bueno, lo intentan.
    De momento, lo evidente es que hubo principio (total o de una etapa) y cabe aun pues la idea del Creador. Incluso yendo tan lejos como la imaginación quiera, pues otra cosa en tal dirección no tenemos, estaríamos ya en los terrenos en los que la espiritualidad, el más allá, podrían encontrar la deseada tangibilidad que la soledad del hombre ha buscado al cabo de los siglos. Quizá sea allí donde la ciencia, la filosofía y las religiones, la religión, se den la mano. Allí, donde la infinita frontera de la mente humana encuentre el horizonte final a que le ha llevado la búsqueda de su razón de ser.
    Para algunos filósofos religiosos como Teilhard de Chardin la existencia del Universo forma parte de la de un ente vivo en fase de transformación. Es decir, Dios, o llámese “energía consciente”, está “evolucionando” hacia algún lado. ¿Y para qué nos necesita con el Universo? Para acumular información, coleccionar almas que recogen conciencias, interrelaciones y actitudes, o sea información individual y colectiva. La vida es o parece pues un juego, palabra-reflejo de un azar creativo, aunque para otros la observación es distinta pues lo cierto es que cada civilización, época, sociedad y personas tienen sus propias creencias; nada definitivas, desde luego, e incluida la no creencia, la del total escepticismo, y la de los que no necesitan ni siquiera preguntarse a si mismos qué hacen en la vida o qué significa todo.
    Quizá después de todo, tal vez en efecto, al final “Dios no juega a los dados”, pero juega a algo parecido: a que sus criaturas -nosotros- adivinemos quien es Él, qué hacemos, cómo funcionan las cosas y dónde estamos. Juega a que aprendamos a sentirlo y a averiguar cómo piensa. Juega a que probemos posibilidades en un mundo azaroso, extremo e imperfecto y a que vivamos sintiéndonos solos, como parte suya que seamos, como reflejo suyo. Si, quizá no juegue mucho a los dados, aunque de vez en cuando puede que pruebe con ellos con este Universo para combatir la soledad de la propia imagen y semejanza de su reflejo humano, puesto que así nos creó, o quizá, quizá, no haya otro propósito final que el mero azar... de los dados y con los dados de la casualidad. Tan terrible, como el frívolo juego de las palabras, podría también ser.

Muchos se preguntan:
¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? y ¿de donde venimos?
Hoy, al menos en parte, algo sabemos.
Uno tan solo quiere ahora saber
por qué o para qué existe el Universo,
por qué o para qué existimos tu y yo?


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Copyright © Eduardo Martínez González