VUELOS ESPACIALES TRIPULADOS.                  Capítulo 7º      Subcap. 19

<> LAS MUJERES ASTRONAUTAS.

    En los primeros 19 años de astronáutica solo ha habido una mujer en el espacio. Esta mujer fue Valentina Terechkova, de la URSS, en 1963. Ella y otras 3 empezaron a entrenarse para tal evento en marzo de 1962 y la designada para el vuelo había sido otra que al final no se mostró capaz de afrontar el vuelo. Además de Valentina, par tal primer viaje fueron elegidas inicialmente la paracaidista Irina Bayanovna Solovyeva, la piloto Valentina Leonidovna Ponomaryova, Zhanna Dmitriyevna Yerkina y Tatiana Dmitrievna Kuznetsova.
    En cambio, la NASA hasta la década de los 70 no admitió mujeres y no consideró antes la posibilidad seriamente de que alguna mujer pudiera pasar las duras pruebas físicas y pudiera tener los conocimientos o preparación técnica necesaria. Incluso los soviéticos, después de Valentina, en ese espacio de tiempo, tampoco enviarán ninguna.

En realidad, hacia 1960, los americanos, con cierta discreción, trataron de averiguar la aptitud de la mujer para el espacio con 13 mujeres piloto con más de 1.500 h de vuelo, menos de 40 años, menos de 1,8 m de estatura y titulación universitaria, entre las que estaba la experimentada Jerrie Cobb (Geraldyn Cobb). Las otras fueron: Rhea Allison Woltman, Geraldine ("Jerri") Sloan Truhill, Wally Funk, Sarah Lee Gorelick Ratley, Jean Hixson, Irene Leverton, Bernice Steadman, Janey Hart, Myrtle Cagle, Gene Nora Jessen, Jan Dietrich y Marion Dietrich. Pero, a pesar de superar las pruebas (en psicología incluso mejor que los hombres), las mismas, nunca fueron incluidas en el programa espacial; tales pruebas fueron de hecho ignoradas y los elegidos fueron los hombres con condición de pilotos de prueba. Sin embargo, cuando la NASA, más tarde, a mediados de los 60 admitió a las pruebas a mujeres ninguna de ellas las pasó frente a los hombres.

También se piensa que, enterados los soviéticos del entrenamiento de tales 13 mujeres, fue cuando decidieron realizar el vuelo de Terechkova.

¿Por qué realmente, pues, la mujer no ha estado presente en el espacio con el hombre desde el principio? Hay respuestas y opiniones para todos los gustos. Algunas opiniones señalan que las mujeres no pasaban regularmente, como es debido, todas las pruebas, pensando que tampoco había muchas entre pilotos, que eran los que inicialmente acapararon las plazas de astronauta. También se ha indicado el problema de la higiene personal femenina que habría complicado los trajes, programas y ampliado algún sistema de las cápsulas. Razones anatómicas, transformaciones necesarias, introducción de modificaciones en las naves y en los trajes espaciales, en el contexto de una economía extraordinaria, de no complicar los programas, y de un ahorro de peso en esta etapa de la astronáutica, fueron las explicaciones que asimismo se adujeron, quizá a veces de un modo demasiado ligero o más bien cómodo. Aunque probablemente la principal razón viene en la misma tradición social del momento que estriba en la relegación de la mujer ante la ciencia y la técnica y sobre todo, como se dejó entrever, ante el factor de capacidad de pilotaje. Realmente, aun tras los primeros vuelos espaciales de las primeras mujeres, la proporción de mujeres es muy baja, pero no lejos de la que existe de mujeres piloto de avión por ejemplo, en función, en definitiva, de las peculiaridades sociales de las profesiones, sin entrar en valoraciones maniqueas.

Por ello, en realidad, ni la URSS después de Valentina, ni la NASA, dijeron nunca que la mujer no fuese apta para el vuelo sideral, llegando al fin, con la relajación de las exigencias para el ingreso en las plantillas de astronautas, años después, a admitir las primeras. Incluso en tal época de –digamos- misoginia espacial se consideró alguna vez a la mujer como más capaz o apta que el hombre en algunas pruebas y experiencias.

Las diferencias entre el hombre y la mujer no son solo anatómicas sino también psicológicas, e influenciadamente sociales, pero como parte indivisible del ser humano le llegará, aun un poco más tarde, el turno al final de ir progresiva y regularmente al espacio.

Los soviéticos en esta primera época espacial solo lanzaron, y al principio, en 1963, una mujer al espacio. Decididamente este vuelo no fue casualidad pues Valentina, de no haber podido a última hora efectuar su viaje, hubiera sido sustituida por otra mujer, como ella hizo con otra. La URSS estaba decidida a llevar a cabo como fuera una mujer al espacio, y aunque en este país la condición social de la mujer era algo diferente a la de occidente, probablemente la razón del vuelo de Valentina era más bien del prestigio que daba en aquél momento llevar al espacio a la primera mujer en la Historia.

Pero, ¿por qué los soviéticos no continuaron enviando mujeres al espacio, si Valentina, cuya preparación fue la misma que siguieron sus camaradas masculinos, demostró haber soportado la prueba, sin olvidar que tuvo algunos problemas? El vuelo de Valentina tuvo como principal objetivo el estudio del organismo femenino, tanto en el espacio, como posteriormente al regreso en la readaptación, y también para comparar datos con los obtenidos en los vuelos de los cosmonautas masculinos. La URSS no indicó que Valentina lo hubiera pasado peor que otros cosmonautas pero lo cierto es que no se prosiguieron las pruebas con mujeres y así Valentina Terechkova se transformó no solo en la primer mujer cosmonauta sino además en la única de los primeros 19 años de vuelos cósmicos.

Sin embargo, en ese principio de la era espacial, se habla de la posibilidad de la mujer en el futuro, para cuando hubiera instaladas las previstas estaciones orbitales y las bases en la Luna y los planetas, donde el hombre va a permanecer largos períodos en los que la convivencia de la pareja humana va a ser necesaria para mantener una armonía indispensable en todos los aspectos, dentro de una forma de vida nueva, en un nuevo contexto social, pero siendo una extensión de la vida familiar y la sociedad humana de la Tierra.

Las puertas hasta entonces, prácticamente cerradas -que no teóricamente-, comenzaron a abrirse con certeza por parte americana para las candidatas a astronautas en 1973. La NASA comenzó entonces a realizar investigaciones de los efectos de la gravedad cero y las aceleraciones en la mujer sometiendo a varias voluntarias a prolongados reposos seguidos de pruebas en centrifugadoras, etc.

En efecto, aquella probable primera generación de mujeres astronautas la formaron 12 enfermeras de la USAF al mando de la mujer coronel Claire M. Garrecht. Estuvieron unas 2 semanas recibiendo instrucciones sobre medicina aeroespacial y posteriormente 8 de ellas, controladas por las 4 restantes, permanecieron otro par de semanas en la cama en reposo absoluto para simular los efectos de la gravedad cero, en cuanto a la consecuencia de falta de esfuerzo físico. A las 8 mujeres solo se les permitía incorporarse en la cama para comer y el resto del tiempo, además de dormir, lo pasaban leyendo revistas, viendo la TV o haciendo punto; además, en los alimentos que injerían no iba incluido ningún tipo de estimulante. Dentro del período de reposo fueron llevadas en una unidad especial, que les permitía no alterar su estado de inactividad, a la Universidad de Berkeley para completar allí los estudios sobre las pérdidas del cuerpo en elementos fundamentales (bioquímicos).

Finalmente, las referidas mujeres fueron sometidas a fuertes aceleraciones y otras pruebas fundamentales del vuelo espacial simulado, seguido todo ello de una semana de recuperación. Las 12 enfermeras, de edades comprendidas entre los 24 y 34 años, llevaron a cabo sus pruebas, que son las primeras investigaciones USA encaminadas a dar acceso al espacio a la mujer, en el Centro Ames, en California, entre agosto y octubre de 1973. Al término de los ensayos la NASA declaró públicamente la aptitud de la mujer para el vuelo espacial. La puerta quedaba abierta.

Las pruebas siguieron y en 1975 trabajaban en el MSFC de Alabama mujeres ingenieros como Mary Helen Johnston y Carolyn Griner, y otras, como Ann F. Whitaker y Doris Chandler, en simulación de vuelos siderales.

En 1976 se realizó un estudio con hombres y mujeres en grupos alternativos por edades. El primer grupo tenía entre 35 y 45 años, el segundo de 45 a 55 y el tercero de 55 a 65. Los estudios comenzaron con ejercicios físicos, tras una clasificación previa, con lo que quedaron en cuanto a las mujeres solo entre 8 y 10 de cada grupo, en total 27, que pasaron a ser sometidas a duras ensayos durante más de un mes bajo vigilancia médica; se les sometió a régimen alimenticio, aceleraciones en centrifugadoras, pruebas de fatiga, con oxígeno, análisis de fluidos corporales, reposo en cama durante 10 días sin ir al baño siquiera, en simulación de la microgravedad, etc. La NASA tras 5 años de estudios, al final dijo que en algunos aspectos las mujeres se habían adaptado mejor que los hombres. Más tarde, lo cierto es que uno de los aspectos de la mujer que se acentúa más negativamente que en los hombres en la microgravedad es la osteoporosis.

En 1969 se había incorporado la 7ª promoción de astronautas en la NASA, pero la 8ª tardaría 8 años en ser elegida. Hasta junio de 1977 se presentaron 8.079 candidatos de los que 1.544 eran mujeres, admitidas por vez primera al concurso. La elección se consumó en 1978 en que se hizo presentación de 35 nuevos astronautas de los que 6 son las primeras mujeres astronautas USA.

El perfil de estas 6 primeras USA es: 2 son casadas, y una tiene 3 hijos, y 4 son solteras; poseen títulos de licenciadas, 2 en ciencias físicas, y el resto en medicina, geología, bioquímica e ingeniería electrónica; la más joven tiene entonces 26 años y la mayor 34. Los nombres de estas 6 mujeres, de la 8ª promoción USA de astronautas, son: Margaret Seddon, Judith Resnik, Kathryn Sullivan, Shannon Lucid, Anna Fisher y Sally Ride. Esta última será la tercera mujer en el espacio al volar en 1983 con el Challenger, un año después de la segunda mujer en el cosmos, la soviética Savitskaya, que viajó al espacio en AGOSTO de 1982 y que además fue la primera en realizar un paseo espacial en 1984.

El entrenamiento de las mismas fue iniciado inmediatamente, y por tanto en 1978, comenzando, con la ayuda de la USAF, pruebas de 3 días en la bahía de Biscayne, en Florida, para simular retornos del espacio, preparación paracaidística y acuática. En las primeras pruebas, uno de los primeros inconvenientes surgido por la mera diferencia hombre mujer fue la falta de torso en las 6 mujeres que para ayudar su menor fuerza física debieron colocarse un lastre especial. Otras modificaciones físicas de sistemas y aparatos en las naves fueron por ejemplo en los urinarios, que se cambio por uno unisexo, haciendo que la cánula o goma tipo manguera masculina tuviera una boca más ancha pero de cierre hermético igualmente. La ropa en cambio es la misma.

Pero aun quedaban 2 años más con otras y nuevas dificultades que superar antes de iniciar el vuelo real en el que se cierra el capítulo que impedía llegar al espacio a la mujer americana.

Después de la rusa V. Terechkova, la primera mujer que voló por el espacio como piloto de su nave espacial fue la americana Eileen Collins, que viajó en un Orbiter en 1995 y en 1999 fue la primera mujer comandante de vuelo americano y la primera de una nave con varios tripulantes.

A principios de 1996, según estadística publicada en la revista especializada Final Frontier, los americanos tenían 18 mujeres astronautas en activo (otras 5 se habían retirado), cuyas edades estaban comprendidas entre los 33 y los 52 años, con una estatura media de 1,65 cm, un promedio de 55 Kg de peso, y de las que 2 eran rubias, 16 trigueñas, 11 estaban casadas, y 7 solteras, y 6 tenían en total 16 hijos. De tal total, 5 eran militares, y 3 médicos. Entre todas reunían 48 graduaciones en estudios diversos entre los que destacaban física, química, ingeniería y ciencias. Entre las aficiones de todas ellas destacaba la cocina, el vuelo, la jardinería, la costura, la lectura, correr y la natación submarina.

En 1999 había volado por el espacio 35 mujeres, de las que 28 eran americanas, 3 soviéticas/rusas, 1 japonesa, 1 británica, 1 francesa y 1 canadiense. Y había entrenándose, esperando vuelo entonces 39 mujeres, de ellas 15 sin experiencia de vuelo anterior. En tal momento, de las que habían volado, 7 estaban casadas con hombres también astronautas de su propio país, 1 francesa, 2 rusas y 4 americanas.

A mediados de 2001, el entonces director del Instituto de Problemas Biomédicos de Rusia declaraba su oposición a que las mujeres participaran como cosmonautas en la primera expedición a Marte alegando que la presencia femenina en tan arriesgado vuelo aumentaba las posibilidades de conflictos. Estimaba el ruso que la tripulación sería más tranquila yendo solo hombres, y su opinión desató la polémica.

En 2004, la ESA anunció su propósito de contratar 24 voluntarias para el estudio de los efectos de la microgravedad en la fisiología femenina; también colabora la NASA, la Agencia Espacial del Canadá y el CNES francés. Los requisitos de las mismas fueron tener edad entre 25 y 40 años, una estatura no superior a 1,85 m y hablar como mínimo francés o inglés, pero no ser francesas pero si del resto de países de la Unión Europea, además de Suiza y norteamericanas residentes en Europa. Las voluntarias tendrían que pasar dos meses de inactividad física, con permanencia en cama con la cabeza 6º inclinada hacia abajo respecto al resto del cuerpo, en simulación de tal microgravedad. Las 24 se repartirían en 3 grupos, de los que uno tendría que hacer ejercicio físico en tal postura, otro recibiría una alimentación específica y el restante ninguna de ambas cosas, pero todas pasarían por una serie de pruebas médicas 3 semanas antes y 3 semanas después de tal experiencia. Tal prueba tendría lugar, previsiblemente, a partir del 22 de febrero del año siguiente en el hospital francés de Rangueil de Toulouse, y tales mujeres percibirían a cambio una compensación de 15.200 euros. Este ensayo, además de pretender el estudio de la microgravedad en la fisiología femenina, también buscaba aplicaciones en pacientes de hospital sometidos por su propia dolencia o enfermedad a parecida inactividad. En octubre de 2004 se contaba con más de 700 ofrecimientos.

En 2005, la ESA volvió en la misma línea de simulación de la microgravedad en el mismo hospital francés con el programa WISE procediendo a someter a 12 mujeres entre octubre y noviembre (60 días) a permanecer tumbadas con solo una inclinación de 6º, con la cabeza en la parte más baja.
    En 2016, dentro del desarrollo del traje espacial Z-2, el futuro traje que entonces se prevé usar en un hipotético vuelo a Marte, la especialista de la NASA en ingeniería Lindsay Aitchison se ocupa de adaptar un prototipo de tal traje al cuerpo femenino.

    La tercera nación en lanzar personas al espacio fue China en 2003, y la primera mujer lanzada por los chinos es en junio de 2012 Liu Yang, que tendría como suplente a Wang Yaping, ambas seleccionadas para estos fines un par de años antes. Entre las condiciones para su elección figuró: ser piloto militar, estar casadas, no tener caries, ni cicatrices y, según los medios de comunicación,... no tener “fuerte olor corporal”... para no tener a bordo necesidad de excesiva limpieza. ni causar molestias a los compañeros de vuelo en tan reducido espacio de la cabina de la nave... ¡Todo sea por la convivencia sideral!



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Copyright © Eduardo Martínez González